La Transición

Esta semana estuvo en esta ciudad el licenciado Antonio Lozano Gracia, Secretario General del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Acción Nacional y ex procurador General de la República, para dar una conferencia sobre la transición política de México.

Mencionaba el licenciado Lozano Gracia que después del 6 de julio del año pasado, fue evidente que el Presidente Zedillo no estaba manteniendo el timón para dirigir el país, ya que las elecciones llamadas intermedias normalmente son para reafirmar el poder del Presidente. En esta ocasión no sucedió así, quedando la Cámara de Diputados por primera vez en la historia sin mayoría priísta, y al día siguiente de la elección, Vicente Fox anunciaba públicamente su deseo de ser Presidente de la República, a más de tres años de distancia, lo cual es un signo inequívoco de que estamos en una transición.

Meses después el gobernador de Puebla, Manuel Bartlett Díaz, manifiesta también públicamente su deseo de llegar a Los Pinos por su partido, y en reciente visita a México el ex presidente español Felipe González manifestó que México estaba en plena transición. Sólo Ernesto Zedillo ha declarado que México no se encuentra en transición, sino en un perfeccionamiento de su democracia, que es lo mismo que tratar de tapar el sol con un dedo.

La enorme salida de gente del PRI al PRD demuestra claramente la descomposición de dicho partido y que se encuentra en plena transición hacia una nueva etapa. Los asesinatos de Colosio y Ruiz Massieu, la crisis económica recurrente del país, el levantamiento armado de Chiapas en donde hubo 200 muertos durante la guerra y ha habido más de 500 durante la paz, son claros signos de la transición en que se encuentra nuestro país.

El grave problema es que los políticos no se pongan de acuerdo en el diagnóstico común, que no haya un conductor de la transición, un verdadero estadista que pueda llevar al país hacia puerto seguro, en bien de todos los habitantes. El Presidente actual a veces nos aparece como estadista y a veces como primer priísta, como hace días en que dicho partido cumplió 69 años y para los chihuahuenses la media plana publicada en todos los medios, felicitando a su candidato y llamándolos a ganar la gubernatura de nueva cuenta, demuestran con toda claridad la ausencia del líder conductor.

En época de transición, lo deseable es mantener lo que nos une, las cosas comunes para asirse de ellas y no caer en la descomposición. Existe el peligro de que regresemos a etapas ya superadas, para lo cual, al no existir el conductor de la transición, este puede ser suplantado por las organizaciones no gubernamentales (ONGs), partidos políticos, iniciativa privada, medios de comunicación, etc.

Quien se quiera convertir en conductor deberá tener la vista siempre en el futuro, no debe mirar al pasado, porque se puede tropezar, atrás deben quedar las cosas que nos duelen y hoy debemos procurar que no vuelvan a transcurrir.

Deberá ser incluyente de los grupos más amplios de mexicanos y deberá saber perdonar, dijo Lozano Gracia, y sobre todo ser tolerante con las formas distintas de pensar.

Deberemos procurar regresar al estado de derecho, el México que debe ser, respetando siempre las reglas y no viviendo en un país de ficción, donde unos viven dentro de la ley y otros fuera de ella, sin que autoridad alguna se atreva a poner orden.

Afortunadamente, sobre todo en nuestro estado, hemos aprendido este cambio democrático sin necesidad de que se convierta en un evento traumático como fue en Chiapas y ha sido en otros países. Catorce estados tendrán elecciones este año, de los cuales 10 cambiarán de gobernador, pero será un año de definiciones que apuntarán hacia el año 2000 como el de la definición nacional.

Chihuahua será parte importante de la definición nacional, por lo que el próximo 5 de julio los ciudadanos del estado habrán de decidir entre volver al pasado o continuar en esta transición a fin de llegar a puerto seguro para bienestar de todos sus habitantes.