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Detrás del Debate

El Heraldo de Chihuahua Chihuahua, Chih. 8 de Junio de 1998 Página 6 Sección A

La semana pasada, en el debate de los candidatos a la gubernatura del estado, hubo algunos detalles que no se vieron en televisión ni se escucharon por radio.

Comenzaré por reconocer que en la conducción de dicho debate, haciendo un análisis posterior en forma serena y objetiva, el señor Antonio Payán realizó un buen trabajo y, por lo tanto, personalmente le pedí una disculpa por haber generalizado en cuanto a que la conducción había sido pésima. En realidad quien actuó fuera de lo acordado previamente fue el conductor Alejandro Cacho, quien recibía abiertamente instrucciones al estilo del béisbol de parte del candidato del PRI, señales que por supuesto no fueron vistas en la televisión, ya que la cámara se encontraba enfocada al candidato que en ese momento hacía uso de la palabra y normalmente estas visibles señales las empezaba a hacer el candidato Martínez en cuanto el candidato Galindo empezaba a hacer uso de la palabra y el conductor Cacho rápidamente acataba las señales.

Es increíble que un conductor de televisión supuestamente experimentado como es el señor Cacho en Televisa de Ciudad Juárez, se haya dedicado a estar interrumpiendo a los candidatos, excepto a la señora Orozco, quien también se salió varias veces del tema y sin embargo no fue interrumpida como los demás, quizás por ser mujer, y el otro que tampoco fue interrumpido fue el candidato Martínez, obviamente.

Los candidatos deberían haber sido dejados en libertad de exponer libremente lo que a su juicio quisieran decir y los conductores sólo deberían interrumpirlos si se estaban pasando de tiempo o si de alguna manera empezaban a utilizar lenguaje ofensivo, pero se convirtió el señor Cacho en juez y cuando las respuestas no eran de su agrado los interrumpía bruscamente con la disculpa de quererlos obligar a que respondieran en la forma en que él pensaba que era la correcta. Esto, mis amables lectores podrán entender que para cualquier candidato en una situación tensa y difícil como en la que se encontraban, ser interrumpidos en la mitad de la exposición era fatal. El señor Cacho, conductor, si se le puede llamar conducir a lo que hizo, y el señor Martínez por supuesto que previamente lo tenían planeado por las señas que se hacían entre ellos.

Afortunadamente los tres candidatos interpelados por el señor Cacho lograron superar la evidente traba que les puso con sus interrupciones dicho conductor.

Nos informan quienes lo vieron por televisión o escucharon por radio que el abucheo y los gritos reprobatorios de los pocos que estábamos en el Teatro de Cámara, tampoco fueron transmitidos al aire.

En la primera parte el candidato Galindo se estuvo dirigiendo hacia la cámara del lado derecho porque se le había dicho, como sucede regularmente, que la cámara que estaría transmitiendo era la que tenía el foco rojo encendido, sin embargo "por casualidades del destino" las cámaras que transmitían eran las que estaban enfrente de los candidatos y éstas se encontraban con el foco rojo apagado permanentemente. Esta situación se corrigió después del reclamo que hicimos a dichos camarógrafos quienes manifestaron no haberse dado cuenta de este detalle.

Una vez sorteado el primer turno de oradores, se establecía un esquema de tal manera que el quinto lugar en la primera exposición pasaba a ser el primero en la siguiente ronda, sin embargo el "conductor" Cacho, actuando a su gusto y antojo, decidió que el segundo orador pasara al primer lugar, no obstante la protesta del señor Galindo, pero también del propio candidato Limón, quien manifestaba que él debería ser el primer orador en la segunda ronda, sin embargo se impuso autoritariamente como lo hizo a todo lo largo del debate.

Nuestra apreciación es que no obstante estas "dificultades técnicas", nuestro candidato Galindo logró superar el debate y terminar en su exposición final de una manera muy superior al candidato Martínez, quien en su última intervención se dedicó a leerla con la mirada y la cabeza agachada hacia el escrito y sin dirigirse directo y de frente al auditorio a través de las cámaras y micrófonos de radio.