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Un crimen imperdonable

El Heraldo de Chihuahua Chihuahua, Chih. 2008-12-09 Página 17 Sección B

Toda una familia de paisanos radicados en Dallas, Texas, viajaban a su lugar de origen, El Mezquite, municipio de Ojinaga en nuestro estado de Chihuahua, con el entusiasmo y la alegría de regresar a pasar unos días en sus raíces, pero nunca llegaron a su destino por la negligencia de las autoridades chihuahuenses.

Viajaban toda la familia, siete miembros, en medio de la noche, tratando de "estirar" lo más posible el poco tiempo del que disponían para pasar con sus familiares y en su terruño y ya para llegar a su destino, al cruzar por un puente de la carretera sobre el río Conchos, sin señalamiento alguno, resultó que el puente se lo había llevado la enorme crecida de agua del río, para ser exactos desde el 17 de septiembre y el accidente sucede el día último de noviembre, es decir, casi dos meses y medio después y ninguna autoridad había puesto el más mínimo señalamiento de que el puente había sido arrastrado por la corriente del agua.

La carretera o camino vecinal que se encuentra a unos cuantos kilómetros delante de Ojinaga viniendo rumbo a Chihuahua, sobre la carretera libre, hay una desviación a El Mezquite, que se encuentra a unos cuantos kilómetros de la carretera principal a Chihuahua. Tanto el Gobierno del Estado, como la Presidencia Municipal de Ojinaga se la pasaron echándose la culpa unos a los otros, que si la carretera era estatal o municipal, ya que el Estado alegaba en su defensa que al concluir esa carretera se la había entregado al Municipio y el Municipio alegaba en su defensa que esa carretera siempre ha sido estatal. ¿Y la Conagua? Bien gracias, nunca aparecieron en las discusiones, aunque el agua que se llevó el puente es manejada por ellos y aunque dicen que no hubo muertos que lamentar, pues ya los hubo, toda una familia de connacionales que venían a pasar unos días con sus familiares.

Pero lo que realmente es imperdonable es que en lugar de atender a las víctimas del accidente, se la hayan pasado tratando de zafarse de la culpa, que como dijo el arquitecto Carlos Carrera, secretario de Desarrollo Urbano del Gobierno del Estado, "todos somos culpables", en una clara alusión a que se dejaran de dimes y diretes y atendieran el problema, el cual por cierto, según las crónicas periodísticas, nunca atendieron las autoridades estatales y municipales, ya que en el funeral que se llevó a cabo en la ciudad de Dallas, Texas, no se tuvo la presencia de nadie oficial. Un funeral de más de dos mil gentes, ya que eran personas muy apreciadas en su comunidad, ya que se dedicaban a hacer el bien a sus semejantes a través de organizaciones humanitarias.

También lo que es imperdonable es que la pobre familia al caer más de quince metros de altura del puente al río, en donde murieron ahogados, las personas que se percataron del accidente, en lugar de ayudarles, se dedicaron a saquearlos y para cuando llegaron las autoridades, ya todos estaban muertos y todas sus pertenencias les habían sido robadas.

¿Cómo fue posible que a ninguna autoridad se le hubiera ocurrido mandar poner aunque fueran unos montones de tierra que indicaran que el puente se encontraba cerrado? De esta manera muy rústica se hubiera evitado este lamentable accidente, ya que a la mejor se había incrustado en el montón de tierra, y la camioneta hubiera sufrido algún desperfecto, pero no hubiéramos lamentado la muerte de toda la familia.

Dice el dicho que muerto el niño y tapando el pozo, pero en este caso no se ha sabido que ya estén reparando el puente, claro que un puente es bastante costoso y se lleva tiempo su reparación o construcción y si no hay que ver el del canal de Chuvíscar y Pacheco en la ciudad de Chihuahua, que ya lleva los meses y no lo pueden terminar.

Un crimen imperdonable, como sucedió, porque sucedió y que las autoridades se hayan hecho de la vista gorda y no hayan respondido ante los familiares, aunque la vida de un ser humano no se compensa con nada y menos la de toda una familia.