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Esperanza entre las cejas

El Heraldo de Chihuahua Chihuahua, Chih. 30 de Octubre de 2001 Página 4 Sección F

"Dejémonos invadir por el espíritu de la esperanza". Así comenzó su discurso ante 301 rostros sonrientes de graduandos en la Universidad de Monterrey, la Doctora Marta Sañudo, el pasado 13 de junio. Ella tiene la licenciatura y maestría en Filosofía, además es doctora en ética con clasificación magna cum laude de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Lovaina, Bélgica.

Hoy, me parece apropiado transcribir una buena parte de su alentador y sentimental mensaje, que me impactó de una excelente manera, un mensaje a los jóvenes que se acaban de graduar el semestre pasado, en este momento de angustia y desesperanza para quienes apenas empiezan su vida productiva, pero que son la esperanza presente de nuestro estado y nuestro país. Con autorización de ella transcribo gran parte de su mensaje, con pequeñas adecuaciones a Chihuahua.

"Quiero reflexionar un poco sobre por qué es en el espíritu de la esperanza donde podemos reconocernos y regocijamos tanto sus maeestros, sus padres y amigos como ustedes mismos, alumnos visionarios están aquí presentes.

En ustedes se aviva nuestra esperanza de que haya un México mejor. Esto me lIeva a la primera idea que quisiera compartirles el día de hoy.

Sean profesionistas honestos. Ustedes pueden erradicar de su práctica profesional la injusticia que se desprende de la corrupción. Les exhorto a refutar ese viejo adagio que dice: "el que no transa, no avanza".

Para comenzar deberíamos examinar ¿hacia donde "avanza" el que transa? No todos los fines son igualmente provechosos. Ahora bien, tampoco estoy sugiriendo que no avancen, que se conformen. Todo lo contrario, avancen, exploren los Iímites de sus talentos y de su imaginación. Pensemos en grande, pensemos que aquí entre ustedes graduandos, tal vez tenemos un futuro premio Nobel, una embajadora, un director de la más admirable organización no gubernamental mexicana, una científica que revoIulcionará paradigmas, un futuro socio de una empresa trasnacional, un Secretarío de Educación, un diputado local que transformará Chihuahua y tal vez un futuro o una futura Presidente de México.

Quienes de ninguna manera tomen el atajo de la fraudulencia para sobresalir, tendrán el beneficio de saber que sus éxitos se vuelven ejemplares y que sus victorias son victorias celebradas por todos y que beefician a todos, pero ¿bastará la honestidad para construir un mejor México?

Una vez fui parte de una conversación que me sacudió y me ha dejado inquieta desde entonces: la conclusión de la conversación aquella era más o menos esta: que si todos los profesionistas de México ejercíamos honestamente nuestra profesión, entonces en México continuaría habiendo 40 millones de miserables. La idea era que limitarse a ejercer la profesión influía poco o nada en la masa de conciudadanos enterrados en la miseria. Admito que fue una conclusión un tanto exagerada, pero la reflexión es la siguiente: si no hacemos un esfuerzo extra por mejorar la causa de los más abandonados, tal vez, con honestidad profesional y todo, estaremos ahondando el surco existente entre los que estamos en un mundo de libertad, opciones, proyectos y quienes nunca conocerán eso.

Por esto mismo, al graduarse ustedes de esta Universidad de Monterrey, están llevándose una encomienda muy particular. En esta Universidad, además de adquirir los conocimientos para ejercer su profesión eficientemente, han tenido la oportunidad de conocer la realidad social de nuestro país, discutiéndola en cursos y viviéndola durante su servicio social, como profesionistas, y algunos de ustedes como graduados de maestría, tienen la tarea de ser generadores de cambios: podrán encabezar movimientos sociales, podrán construir estructuras públicas y privadas que distribuyan de una manera justa las oportunidades y las fuentes de riqueza. Involúcrense, comprométanse, sean la voz de muchos que no tienen voz.

Como ven, ser ex-alumnos de la UDEM es ya una gran tarea. Pero además ustedes son especiales porque les ha tocado vivir en un México dispuesto a cambios radicales. Son de los primeros graduandos en un México democrático, donde los ciudadanos tenemos grandes expectativas. Y los cambios para formar el México que soñamos no vendrán del carisma de un presidente o de la árdua labor de una decena de poderosos; el cambio vendrá desde abajo, de lo que gente como la aquí reunida se proponga hacer y haga.

Sin embargo, me parece que con frecuencia los sueños de los jóvenes, duran poco. Es primero la indiferencia lo que nos puede frenar y después es la cultura del cinismo lo que puede matarnos el alma, nos desanima.

Por esto mismo quiero terminar sugiriéndoles no desesperarse, más bien llevar la esperanza entre las cejas.

Todo lo que perciban, todo lo que su mirada analice, debe ser cubierto con la esperanza que lleven entre las cejas. Y cuidado, ver con esperanza no quiere decir ser ingenuo, ni mucho menos ignorar las dificultades.Ver con esperanza significa encontrar el lado más optimista del asunto e idear una solución a las dificultades que se presentan.

A mí me entusiasma pensar que todos los aquí presentes salgamos hoy llenos de esperanza. Tenemos 301 graduados, hombres y mujeres que se aplicarán a ser honestos comunicadores, ingenieros, administradores, humanistas, doctores, abogados, maestros, etcétera.