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Carta de un diputado: El balance del presidente

El Heraldo de Chihuahua Chihuahua, Chih.6 de Enero de 1996 Página 4 Sección A

El pasado 1 de diciembre cumplió un año de gobierno el presidente Ernesto Zedillo, cargo al que aparentemente ni aspiraba ni buscó. Con todo, aceptó plenamente, y ahora, a un año de distancia, parece haberle funcionado mejor la glaznot que la perestroika. Ciertamente es un político débil, muy cuestionado por los elementos de su propio partido, torpedeado por los grandes caciques políticos y, pese a ello la transición parece caminar.

Los logros presidenciales de este año de gobierno son, en primer lugar, la convicción de asumir la Reforma del Estado como tesis fundamental de su programa de gobierno.

Resulta oportuno recordar que a fines de la década de los años veinte es cuando el general Plutarco Elías Calles conforma el modelo político del sistema mexicano. En aquel entonces la población total llegaba a 20 millones; tres de cada mexicano vivían en el campo; el analfabetismo era del 70% y la sociedad no tenía canales de participación. Ahora somos más de 90 millones de habitantes; sólo uno de cada cuatro mexicanos vive en el campo y el analfabetismo es del orden del 10%.

Con lo anterior, podemos concluir que el modelo se agotó por inanición, ante el empuje de la sociedad y las demandas de una población más consciente y más educada. Así, el presidente Zedillo debe haber visualizado la necesidad de un cambio que tenga por meta la democracia, por ello la famosa Reforma al Estado que se pretende.

Otros dos aciertos han sido la incipiente separación de poderes, de lo que escribimos la semana pasada, y la famosa "sana distancia" con el partido oficial, que también ya comentamos en editoriales anteriores y que sólo diremos que esta va a estar a prueba cuando se renueve el Congreso de la Unión en 1997, cuando el presidente requiera de una mayoría para sacar su proyecto adelante. En ese momento veremos si la sana distancia es una realidad a medias o una farsa. Todos los presidentes de la época moderna han dicho más o menos lo mismo y esta sería la primera vez que las cosas cambien.

En cuanto a los puntos negativos, es difícil empezar, pero el más notorio ha sido el de "un paso adelante, un paso para atrás", como fue el identificar al subcomandante Marcos, ordenar su captura para después dar marcha atrás, y posteriormente la captura de Fernando Yáñez Muñoz y su liberación días después. Ello refleja inseguridad, indecisión, incluso temor, y eso no puede permitirlo un presidente.

Del aspecto económico, ni hablar. Todavía hoy pueden verse algunas bardas con el lema "Bienestar para tu familia", las cuales deberían cuando menos mandarlas borrar porque suenan a burla ante la pérdida del empleo, la imposibilidad para muchos de encontrar otro, la caída del poder adquisitivo, las clases medias castigadas, desesperanzadas, los empresarios en bancarrota, un aparato burocrático cada vez más voraz, Etc., Etc.

Otro aspecto negativo es el hecho de anuncios y proyectos con bombo y platillo como panacea para solucionar problemas como el de carteras vencidas a través del ADE, y a las pocas semanas salta hecho pedazos por la subida de las tasas de interés, lo cual implica que nuevamente se caerá en carteras vencidas y se puede generar un círculo vicioso muy peligroso. ¿Será por falta de coordinación entre Guillermo Ortiz y Miguel Mancera? La bomba sigue latente.

Para terminar (no porque sean todos) con los aspectos negativos, el pleito con el ex presidente Salinas, desde la detención de su hermano Raúl; la huelga de hambre; el exilio; hasta los últimos escándalos de Suiza, que señalan a la familia Salinas como Alí Babá, y esto a lo mejor no es atinado y conveniente. En este momento Salinas va perdiendo, pero sabemos que es muy hábil y mañoso, por lo que todo se puede esperar, como más devaluaciones, más fugas de capital y tantas otras cosas que nos sucedieron el año que apenas terminó.

En resumen, el primer año de gobierno del presidente Zedillo no tiene nada de envidiable, ha sido sumamente difícil y pleno de tormentas. El gran reto es lograr, pese a todo, consensos específicos para llegar a la plena y genuina democracia, sin parálisis y sin desviaciones, y por otro lado lograr mecanismos también de consenso para echar las bases de un crecimiento económico que sea real, concreto, viable, que proporcione una esperanza al pueblo mexicano.