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Carta de un diputado: Dar, no pedir

El Heraldo de Chihuahua Chihuahua, Chih. 17 de Noviembre de 1997 Página 7 Sección A

Hace algunas semanas asistí a un seminario en la ciudad de Monterrey, y una de las pláticas que más llamó mi atención fue la de un mexicano de origen japonés, con apellido Kasuga.

El expositor decía que todo lo hecho en México está bien hecho, y aunque había sido hecho con moldes japoneses, estaba hecho en México, y así se consideraba.

Decía que los trabajadores mexicanos y los japoneses son iguales, que quizá los mexicanos son más hábiles que los japoneses, lo único que diferencia a unos de otros es su manera de pensar -casi nada-. porque en todo lo demás, hasta en lo religioso somos muy parecidos, ambos pueblos tenemos raíces religiosas.

La diferencia entre unos y otros estriba en que el mexicano va al Santuario de Guadalupe a pedir, pedir y esperar.

El mexicano a través de sus sindicatos sabe muy bien pedir, desde el doble del salario hasta la semana sabática el día de su cumpleaños; sin embargo el japonés en cuanto a lo religioso, en lugar de pedir va a sus templos a ofrecer y los sindicatos de los ojos jalados , que también existen en las negociaciones con el patrón, en lugar de pedir, ofrecen. Y así, en las grandes fábricas de automóviles le dicen al patrón que el año pasado produjeron un millón de automóviles y ahora le ofrecen producir un millón doscientos mil.

Por supuesto que esta manera de ver la vida es la que hace la gran diferencia entre unos y otros. El que sólo pide convierte su vida en un infierno y normalmente el que ofrece convierte su mundo en un paraíso.

Hoy en día se habla mucho de la calidad total, pero para lograr productos de calidad total es necesario, primero, tener hombres y mujeres de calidad total.

Hombres de calidad son aquellos que reúnen o logran el bien ser, el bien hacer, el bien estar y, finalmente, llega el bien tener.

El que no ofrece y no da, difícilmente podrá triunfar; necesitamos ese cambio en la gente mexicana para poder obtener el bienestar.

Desde chicos en México nos enseñan el "no". Así le dice la mamá al niño: "No juegues con eso porque lo puedes quebrar", "no te subas porque te puedes caer", y así sucesivamente una serie de frases donde los niños lo que van aprendiendo es el no, lo cual le produce inseguridad.

Si queremos ser libres y a través de lo libertad poder triunfar, es necesario quitarnos ese "no" para lograrlo, además, como reglas básicas debemos tener esa famosa paciencia oriental y procurar no criticar, no condenar y no quejamos.

Dentro de la tradición oriental le enseñan a los seres humanos que para poder ganar hay que dejar que otros ganen, que los fracasos son enseñanzas y que los fracasos son necesarios para poder llegar al éxito.

La naturaleza humana es como las estaciones del año: la primavera es la época de la formación, que normalmente dura hasta los 20 años. El verano, que es la época de la plenitud, es de los 20 a los 40.

El otoño llega cuando a los árboles se les caen las hojas y al ser humano el pelo y los dientes, normalmente es de los 40 a los 60 años.

El invierno llega al final de la vida, que es después de los 60, donde si no hemos sembrado nada en la vida, no tendremos nada que cosechar.

Si sólo cumpliéramos en la primera parte de este escrito y cambiáramos nuestra filosofía de pedir por el dar, este país cambiará y seremos mucho más poderosos que Japón, que en territorio no es ni la décima parte de lo que somos nosotros.