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Carta de un diputado: Gómez Morín: el Rector

El Heraldo de Chihuahua Chihuahua, Chih. 10 de Febrero de 1997 Página 6 Sección A

Gómez Morín empezó a dar clases desde muy joven. Lo hizo al principio en la Universidad Popular Mexicana, de 1917 a 1918, siendo profesor de Historia en esta universidad y de cursos libres preparatorios en la UNAM. Antes de recibirse fue profesor de Teoría General del Derecho en la Escuela de Jurisprudencia y una vez recibido fue titular de la cátedra de Derecho Público e impartió también en varias ocasiones cursos de Derecho Constitucional. En el ámbito económico dio algunos cursos y estuvo entre los profesores fundadores de la Escuela de Economía, siendo profesor de las materias de Moneda y Crédito en la famosa Escuela Bancaria y Comercial.

Don Manuel Gómez Morín inició sus actividades en defensa de la Universidad siendo estudiante. Normalmente, cuando se es estudiante no quiere uno a la escuela; sin embargo, Don Manuel, en 1917, leyó en la Cámara de Diputados un discurso en defensa de la Escuela Nacional Preparatoria, desarrollando y debatiendo tesis que pueden considerarse como precursoras de la autonomía universitaria, ideas de "Los Siete Sabios", pero muy especialmente de Gómez Morín y Lombardo Toledano.

Para Gómez Morín, la educación era una tarea gubernamental de primera magnitud. De esta manera promovió el desarrollo de esta actividad en varios escritos que dirigió al secretario de Educación Pública, en aquel entonces José Vasconcelos.

En 1924 Gómez Morín presentó un proyecto de transformación académica. Establecía, además de la carrera de abogado tradicional, otras cuatro especialidades, que eran: Régimen Industrial, Administración Municipal, Criminología y Trabajo Social. El plan no se llevó a cabo, pero claramente respondía a las concepciones de Gómez Morín.

En 1923 fue director de la Facultad de Jurisprudencia, en donde dividía su tiempo entre sus tareas profesionales y sus actividades académicas. Su prestigio como profesor brillante y cumplido, que no faltaba a ninguna de sus clases, era enorme entre los estudiantes. Testimonios de la época dicen que era un maestro jovial, bienhumorado, sonriente y muy accesible con sus alumnos, entre los que fácilmente solía confundirse.

El año de 1933 fue especialmente difícil en la vida de la UNAM. Grandes debates ideológicos entre los maestros como Antonio Caso, sostenedor de tesis humanistas, y Vicente Lombardo Toledano, impulsor del materialismo histórico, quien proponía cambiar la educación superior estableciendo el marxismo como fuente de inspiración fundamental. La Universidad era considerada como un nido de reaccionarios que se proponían transformar la educación superior para que formara cuadros profesionales y políticos que impulsaran el socialismo. Gómez Morín participó activamente en aquel debate señero, que finalmente lo llevó a la rectoría de la Universidad en ese mismo año.

Transcribo un pequeño fragmento de lo que escribió ese año Don Manuel en El Universal: "Hay, sí, pendiente de realizarse, una reforma universitaria de la que no quiere hablar... que consiste en hacer una verdadera Universidad; en hacerla. por arriba, abriéndole libremente todos los caminos del espíritu; en hacerla prácticamente, dotándola de laboratorios, de institutos de investigación, de seminarios, de profesores competentes y cumplidos, de alumnos conscientes de su misión humana general de crear un mundo mejor. Una Universidad no puede cerrar así todas sus ventanas, las que dan a otros rumbos de la tierra y las que dan al cielo, para dejar no más abierta la ancha brecha -no ya ventana- que en la estructura, universitaria quiera hacer la ayuda oficial, para ver solamente la tesis marxista y convertirse en instrumento, no del propagandista sincero que está en la cárcel, sino un comunista de presupuesto bien conocido".

La Universidad tenía en ese entonces de 26 a 27mil alumnos y el gobierno la dejó con un fondo del 10 millones de pesos que le producía un rédito del 5%, que eran 500 mil pesos de ingreso; había que conseguir en primer término los dos a tres millones que necesitaba a fin de mantener con vida la Universidad.

La Universidad subsistió gracias a la generosidad de profesores y empleados, que renunciaron a sus sueldos o aceptaron importantes reducciones, el mismo rector fijó su remuneración en 300 pesos mensuales, que nunca cobró. Se encontraron frente a la disyuntiva entre el subsidio y la libertad, la Universidad en manos de Gómez Morín optó por la libertad, "porque en aquella hora, por los labios del joven rector, sí habló el espíritu".

Fue a mediados de 1934 cuando el Gobierno aceptó que la Universidad estaba haciendo un enorme esfuerzo e hizo otra aportación económica para atenuar el quebranto universitario. Así, meses después el rector se encontraba exhausto y requería un descanso. Había perdido 14 kilos de peso y decide renunciar.

Para finalizar transcribo dos opúsculos que publicó Gómez Morín sobre la Universidad: "La existencia de la Universidad no es un lujo, sino una necesidad primordial para la República. El trabajo de los universitarios no es sólo un derecho, sino una responsabilidad social bien grave... el trabajo universitario no puede ser concebido como coro mecánico del pensamiento político dominante en cada momento. No tendría siquiera valor político, si así fuera planteado. Ha de ser objetivo, autónomo como todo trabajo científico; ha de ser racional, libre, como todo pensamiento filosófico. Y en cuanto debe incluir la preparación ética de los jóvenes, ha de ser levantado y responsable, no apegado servilmente a los hechos del momento ni a la voluntad política triunfante".

"La Universidad ennoblecida por la libertad y responsable, no atada y sumisa a una tesis o a un partido, sino manteniendo siempre abiertos los caminos del descubrimiento y viva la actitud de auténtico trabajo y de crítica veraz, no sujeta al elogio del presente sino empeñada en formar el porvenir, dará a la República, cualquiera que sea el estado de la organización social y política, la seguridad permanente de mejoramiento y renovación".