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Carta de un diputado: Informe: El escenario

El Heraldo de Chihuahua Chihuahua, Chih. 9 de Septiembre de 1996 Página 6 Sección A

Según encuestas de un periódico capitalino (en la ciudad de México les gusta decirles "de circulación nacional"), de cada 100 mexicanos, 77 no escucharon ni vieron el informe presidencial. De los 23 que sí lo vieron, 9 no quedaron convencidos. Así, de cada 100 mexicanos sólo 14 aprobaron el informe. Algo grave está pasando.

Cualquier ciudadano común necesitaba haberse contestado positivamente las siguientes preguntas: ¿Qué voy a ganar escuchando el informe? ¿Aprenderé algo valioso, como para dedicarle dos horas del sagrado domingo? ¿Valdrá la pena dejar el día de campo por escuchar al presidente? Por lo que se ve, la gran mayoría de los mexicanos se contestó negativamente y a la mejor tuvieron razón.

El informe presidencial no aportó nada nuevo, fue más de lo mismo, además de que en las entrevistas que concedió a algunos medios televisivos en los días previos al informe el presidente adelantó casi todo lo que iba a decir en el mismo, por eso pasaré a comentarles algunos eventos periféricos al mismo.

La madrugada del evento empezaron a caer truenos muy fuertes antes de que llegara la tormenta de lluvia, esto hizo pensar a muchos capitalinos que ya había problemas con el ERP, porque la psicosis es bastante fuerte en estos días, y ese día en particular la vigilancia policiaca y del Ejército era más fuerte que en otros informes. Por primera vez, casi nos obligaron a llegar al Informe en camiones escoltados por motociclistas.

Al llegar el presidente se le notó bastante tenso, preocupado, como si no hubiera dormido bien. Al día siguiente el secretario de Gobernación citó de urgencia al gabinete de Seguridad Nacional y a todos los gobernadores de los estados. Qué bueno que haya preocupación y coordinación con los estados, para acabar de una buena vez con el terrorismo y con esos grupos que creen que la violencia y matar a sus propios hermanos es la solución.

Antes del informe, "se les da oportunidad" a los cuatro partidos representados en la Cámara de Diputados de expresar en quince minutos cuál es su posición antes del Informe. Le tocó en esta ocasión al coordinador de los senadores del PAN exponerla, y entre otros temas importantes que tocó dijo que la política económica fue la que salvó al PRI en las elecciones federales de ese año, pero finalmente el que perdió fue el pueblo de México. El mercado interno se encuentra atrapado por la deuda que pesa sobre todos, el salario se encuentra depreciado a más de la mitad de lo que valía hace diez años, además de una política fiscal recaudatoria y confiscatoria, que difícilmente el mercado interno se recuperará en el corto plazo".

Cuando le tocó hablar al del PRI, los gritones "del Bronx" (así le dicen los mismos del PRI a los que no son diputados importantes y se encuentran lejos de "la Burbuja", que es donde están el coordinador de ellos y los que son importantes), comenzaron a gritarle a su diputado: "Duro, duro, duro", creo que por eso son "los del Bronx", no se daban cuenta de que se trataba de expresar una posición de su partido ante el Informe de Zedillo. ¿O sería con todo propósito?

El acomodo habitual de nuestras curules fue cambiado, dejándonos a todos los diputados y senadores de oposición en el centro del salón, es decir, todas las primeras filas del frente, de atrás y de los extremos fueron asignadas a los del partido oficial, de tal manera que si se pretendiera hacer cualquier actividad o simplemente no hacer nada, como no aplaudir o ponerse de pie, ante las cámaras de televisión no se notaría. Sin embargo, un diputado del PRD se salió de enmedio, caminó hacia debajo de la tribuna en la que estaba hablando el Presidente de la República en ese momento, se puso una máscara de puerco, aunque no necesitaba ponérsela, y empezó a exhibir treinta cartulinas enormes con mensajes de acuerdo a lo que estaba diciendo el presidente, algunos de ellos muy ingeniosos, otros para nada.

Este diputado seguido se disfraza de Clinton, de Estatua de la Libertad, Etc.

En algunas sesiones hemos pedido que se suspendan los trabajos mientras no se quite el disfraz, pero en esta ocasión nos sorprendió, quizás porque días antes habían estado los dirigentes del PRD con el presidente Zedillo y parecía que con la nueva dirigencia de ese partido las cosas iban a cambiar. Sin embargo, la puñalada traicionera no se hizo esperar. Además, es posible que algunos de ustedes no recuerden quién es el diputado Marco Rascón, que no se puede esperar mucho de él en el buen sentido; en el malo, todo. Marco Rascón es, para vergüenza de los chihuahuenses, de Chihuahua. En la época del gobernador Osear Flores Sánchez hubo tres asaltos bancarios el mismo día y a la misma hora; afortunadamente lograron detener a casi todos y recuperar el botín. Todos murieron, uno dizque trató de escapar, otro apareció ahorcado en la cárcel, Etc. Sólo dos lograron sobrevivir, quizás porque eran de Chihuahua. Uno de ellos es actualmente director del Diario de Chihuahua, Francisco Javier Pizarro, y el otro es el diputado federal Marco Rascón. Cosas de la vida.

Para finalizar, y para que no se diga que sólo sé criticar a todos, menos a los del PAN, diré que es de todos conocido que Diego Fernández de Cevallos junto con Felipe Calderón Hinojosa, Santiago Oñate Laborde y Cecilia Soto, empezaron a gritar que se quitara la máscara el diputado Rascón, por ser una falta de respeto a la institución de la Presidencia de la República y al Congreso de la Unión, lo que era cierto. Pero ellos, como simples invitados que eran, nos faltaron al respeto a todos los legisladores. Diego no sólo gritó, sino que interrumpió el Informe al ir desde su lugar en la parte de atrás del salón hasta el frente, a querer desenmascarar al diputado Rascón. Afortunadamente fue detenido por los diputados García Cervantes y García Villa, coordinador de los diputados del PAN y secretario general del mismo partido, respectivamente.

Este suceso del puerquito valiente, como se le ha llamado en algunos medios de difusión, acabó con el Informe. La gran mayoría de los presentes perdimos la concentración y el pobre de Zedillo continuó con la lectura de su documento, como si nada hubiera sucedido. Sólo los que seguían el acto por los medios electrónicos, como radio y televisión, ni cuenta se dieron del incidente.

Con el mismo semblante con que llegó el presidente Zedillo, así se retiró. En esta ocasión no gritó "¡Viva México!" , como se estila en este acto. Por algo será.