Un gobierno de caricatura

No cabe duda que vamos de mal en peor con este Gobierno priista de Peña Nieto. La semana pasada instaló a su compa Virgilio Andrade como secretario de la Función Pública, que estaba acéfala desde que Peña llegó al Gobierno Federal, porque la iba a desaparecer, inclusive fue publicado en el Diario Oficial de la Federación del 2 de enero del 2013 y unas semanas antes, el 30 de noviembre de 2012, Osorio Chong, recién estrenado secretario de Gobernación, le dio posesión a Julián Alfonso Olivas como encargado del despacho, secretaría en proceso de desaparición. Bueno, como digo una cosa, digo la otra, ya la revivieron. En el evento de toma de posesión que el mismo Peña le dio al nuevo secretario, le dio la primera instrucción: "Investigar y resolver si hubo o no conflicto de interés en las obras públicas o contratos otorgados por dependencias federales a las empresas que celebraron compraventa de inmuebles con mi esposa, con el titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y con un servidor". No sé si Peña Nieto cree que el pueblo mexicano nos chupamos el dedo o somos todavía niños de pecho, que no entendemos cómo se "hacen negocios" desde el poder, desde hace muchos años que el PRI ha gobernado. Lo llevan en su ADN. ¿Alguien con dos o un dedo de frente le cree al presidente, que un empleado que acaba de nombrar y que depende de él mismo en todos los sentidos, va a encontrar alguna irregularidad en la famosa "casa blanca" o en la residencia de Ixtapan de la Sal? Un verdadero conflicto de intereses, pero no importa, el pueblo mexicano ni cuenta se dará y tú, Virgilio, tendrás que decir que todo está muy bien, encuentres lo que encuentres. Pero no sólo eso, sino que además le advierte al nuevo funcionario, inclusive antes de tomarle protesta: "El presidente no otorga contratos ni compras ni obras ni arrendamientos", es decir que podrás encontrar culpables a cualquiera de mi gabinete, menos a mí. Entonces, ¿de qué se trata?, ¿de que no investigue a quien le dijo que investigara? ¿Alguien pensará que Virgilio encontrará algo, después de recibir el nombramiento de Peña y además un generoso sueldo de por medio? Por algo al final de su discurso presidencial ninguno de los presentes, siendo todos del equipo de Peña, le aplaudieron y viendo el silencio que guardó todo su auditorio, a pesar de ser 100% afín al presidente, tuvo que decirles: "Ya sé que no me aplauden", pero cómo podrían aplaudirle a una barbaridad de ese tamaño. La frase se hizo se hizo viral en las redes. Una más que se le acumula al presidente. Acto seguido se le tomó protesta al nuevo investigador público, que también en las redes sociales se hicieron virulentas de la siguiente manera: "¿Protestas guardar y hacer guardar mis conflictos de interés y las casas que de HIGA emanen?". A los días siguientes el investigador Virgilio Andrade declaró que él no podía investigar cómo fue la operación de la "casa blanca", ya que es una operación entre particulares y la Secretaría de la Función Pública sólo podía investigar los contratos públicos del ámbito federal y la compraventa entre la señora del presidente y la Constructora HIGA es un contrato privado, así como la residencia del mismo Peña en Ixtapan de la Sal, con otra de las constructoras preferidas desde que era gobernador del Estado de México y luego como presidente. Todas esas operaciones son entre particulares y no le está permitido, porque las funciones públicas sólo llegan hasta donde la ley le autoriza. Tan, tan, se acabó el corrido. La investigación que le ordenó Peña ya terminó, o ¿alguien piensa que en el propio contrato de las constructoras se va a establecer que se dará como "moche" una casa al gusto y deseo de la Gaviota? Mr. Rizos (Virgilio Andrade), como le llama Guadalupe Loaeza en su artículo de esta semana en un periódico de circulación nacional de la Ciudad de México, aceptó hacer el ridículo con tal de ser nombrado secretario de Estado. Para vergüenzas no ganamos. ¿Hasta cuándo permitiremos que los gobiernos priistas sigan burlándose del pueblo de México? Y lo peor es que somos una caricatura ante el mundo.