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Pero qué necesidad

El Heraldo de Chihuahua Chihuahua, Chih. 13 septiembre de 2016 Página Sección B

Como dijera Juan Gabriel en una de sus mejores canciones (todas fueron muy buenas). ¿Qué necesidad había de invitar a Donald Trump para que viniera a nuestro país? cuando nos ha insultado hasta el cansancio, en una de sus tantas demencias que se le ocurren todos los días. Ahora se sabe que Trump fue invitado desde tiempo atrás por el amigo del presidente Peña Nieto, quien viajó a New York, donde vive este señor, para arreglar la visita y ya cuando iba a venir se invitó a la Sra. Clinton, quien por razones de la premura ya no vino y después de los resultados de la visita de Trump, menos quiere venir, ni vendrá. El objetivo era que en la cara de Trump se le dijera lo que todos los mexicanos queremos oír, pero nada que vimos a un presidente chiquito y agachado, en lugar de echado para adelante y mirándolo fijamente a los ojos, decirle que “está totalmente equivocado, Sr Trump, no solo con correr a los mexicanos y en la construcción de su muro, porque los muros solo dividen, que lo que México y Estados Unidos necesitan son puentes y ese muro no se lo vamos a pagar”, pero nada de eso le dijo y menos con esa firmeza que todos esperábamos. Fue tanta la desgracia de Peña Nieto que Trump de regreso a su país ese mismo día, se burló del presidente “¿o ex presidente?” Dijo en tono burlón, bueno dijo con quiera que haya sido, dijo que no pagarían por el muro, pues por esto el muro ya creció 10 pies de altura más y ellos lo van a pagar, pero ni tan siquiera lo saben, dijo, es decir ¡que nos llamó tontos! Fue una burla total en las cadenas de televisión americanas, fuimos el hazme reír de los Estados Unidos. Por supuesto que esto ha continuado con reacciones muy fuertes, incluyendo algunos periodistas o comentaristas de fama nacional, como Carlos Marín, quién creo yo que se le pasó la mano y le faltó al respeto al presidente, aún y cuando se lo merecía, no deja de ser el presidente. Fernanda Familiar, el payaso Brozo de cadena nacional y muchos otros que han escrito como Jesús Silva Herzog, Enrique Krauze y prácticamente todos los que escriben o comentan en radio y televisión. Pero esto no inmutó al presidente quien en los niveles de popularidad que se encuentra (15%), el más bajo de que se tenga memoria, ya no podía caer más bajo. Lo que sí movió al presidente Peña es cuando muchos medios norteamericanos empezaron a cuestionar fuertemente la visita y cuestionar las buenas relaciones que “se supone” tenemos con México. Por supuesto que hubo un gran malestar en el vecino país, no solo por los demócratas, sino por lo medios financieros que ven en Trump una seria amenaza y es cuando decide “renunciar a su amigo Videgaray” Si a esto le agregamos las cifras que el semanario ZETA ha dado a conocer en esta semana, de los homicidios dolosos, con violencia que se llevan en los primeros 4 años del sexenio de Peña Nieto, son para preocuparse, ya que en estos 4 años lleva más de 78 mil ejecutados, contra 63 mil en los 6 años de Calderón que ha sido tan criticado. Dentro de los estados más violentos se encuentra en primer lugar el estado de Peña Nieto: Estado de México, por algo será y ahora se dice qué con la renuncia de Videgaray lo piensa mandar cuando menos de gobernador a su estado (Dios libre a los mexiquenses), ya que no lo pudo imponer como su sucesor. Chihuahua ocupa un 3er lugar de muertes violentas, a pesar de que el gobernador Duarte diga lo contrario. Estas cifras son sin considerar la instrucción que dio Peña Nieto a todos sus gobernadores, entrando a su sexenio, de ocultar lo más posible estas cifras, para “aparentar” que la violencia había disminuido y además que mucha gente, sobre todo en comunidades chicas que están dominadas por el narco, donde no existe ley alguna, nomás que la ley de “Plata o plomo” y que no se atreven a denunciar estas ejecuciones o desapariciones, porque les va peor, mejor entierran calladitos a sus muertos. Junto con la renuncia de Videgaray, el pueblo de México espera también la de Peña Nieto. Pero qué necesidad, de meter tanto las patas.