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La rebelión del atlas

El Heraldo de Chihuahua Chihuahua, Chih. 3 enero de 2017 Página Sección B

Al momento de escribir este editorial (sábado 31 de diciembre) no sé si el Gobierno de Peña Nieto aumente las gasolinas, que se han anunciado por diversos medios, pero de llevarlo a cabo, como parece, podrá ser la rebelión del Atlas, la rebelión del pueblo, que es el que manda. Ahora resulta que Peña Nieto no dijo lo que dijo, así como el Góber Precioso, que en aquella famosa grabación de su voz ¡dijo que era su voz, pero no era él! Claro que el presidente anunció en el 2015 que ya no habría más “gasolinazos”, que eran cada mes de 6 a 8 centavos el litro, pero Peña Nieto aumentó cada semestre en 40 a 50 centavos, que es igual o peor. Que el precio de la luz iba a bajar, así como el gas, gracias a la reforma energética, a iniciativa suya y que él había logrado poner de acuerdo a todas las fuerzas políticas del país, lo cual era casi cierto, ya que hubo algunos legisladores que votaron en contra, como nuestro actual gobernador, Javier Corral, que tuvo más visión que la mayoría. Pero independientemente que la mayoría votaron a favor, eso no garantizaba que los precios de los energéticos iban a bajar, ya que la parte ejecutiva es manejada directamente por Pemex y la CFE, de manera totalmente ineficiente, es la que nos lleva a este resultado. En la frontera, como Ciudad Juárez, el aumento pasará de $10 el litro de Magna a $16, es decir un 60% de aumento. En el resto del estado pasará de $14 a $16, un aumento de 16%. Resumo un análisis que hace la Dra. Lourdes Melgar, ex subsecretaria de Hidrocarburos y hoy profesora del MIT: “¿En serio vamos a bloquear las gasolineras? ¿Quién creen que se verá afectado? El consumidor, por supuesto. Tú, tus hijos, tu mamá, la ambulancia que debe recoger un enfermo, el abogado que tiene una cita en el tribunal, el maestro que tiene que dar clases. ¿En serio queremos tan poco a nuestro México que deseamos generar el caos y acabar como Venezuela? Entiendo perfecto el enojo y la preocupación que el precio de la gasolina suba todo”. “Pero analicemos qué está pasando: hasta hace poco las gasolinas estaban fuertemente subsidiadas, el 3% del PIB. Segundo: La reforma energética prometió bajar los costos de la electricidad (que tampoco lo logró, ya que en Chihuahua bajó porque el gobernador anterior, César Duarte, firmó convenio con la CFE y que el Gobierno pagaría ese subsidio, cosa que nunca hizo y hoy debemos más de 1.3 mil millones a la CFE), pero la gasolina tiene un impuesto al carbono, dada la política de mitigar el efecto invernadero. Tercero, más del 53% de la gasolina es importada, por qué no se hizo previo a la reforma energética la adecuación para refinar más petróleo, y seguimos con las mismas refinarías de hace más de 40 años. Cuarto, la gasolina tiene un impuesto que ha jugado un papel recaudador, como nivelador de los recursos que se mandan a los estados, ante el desplome del precio internacional del barril de crudo. “Lo que urge es que lleguen inversionistas en infraestructura, poliductos, terminales de almacenamiento, para los nuevos distribuidores de gasolina, más refinerías y que haya competencia. Si creamos el caos las inversiones no llegarán y tendremos desabasto y precios altos. Lo que debemos hacer es acabar con los robos en los ductos de Pemex y mayor inversión en transporte público, sustentable y de calidad (no como el Vivebús)”. El barril llegó a los 120 dólares por barril en la época de López Portillo, que nos dijo que teníamos que aprender a administrar la abundancia y terminó su sexenio llorando lo que iba a defender como perro. Como vemos, los gobiernos priistas no cambian. El pasado 9 de diciembre el general Salvador Cienfuegos le dijo al presidente Peña Nieto que el Ejército no estaba para cuidar las calles de ladrones y asesinos, fue una llamada de atención, ya que nunca habíamos visto que el secretario de la Defensa le hablara así a su comandante en jefe. Por esto creo que “La rebelión del Atlas”, libro de la escritora Ayn Rand, de origen ruso, pero nacionalizada americana, cuya frase celebre está más que pintada: “Cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quienes no producen nada; cuando veas que el dinero fluye a quienes no trafican con bienes, sino con favores; cuando veas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por su trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos, sino al contrario, son ellos que están protegidos contra ti; cuando veas que la corrupción es la recompensa y la honradez se convierte en un auto sacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada” (1950).